Artículo sobre Secundino Delgado publicado por nacioncanaria.blogspot.com


"En vano buscará el español una mordaza para nuestras bocas y
una losa para nuestros corazones"



Nació Secundido Delgado en la calle San Lucas de Santa Cruz de Tenerife, en 1867, aunque viviera mucho tiempo en la localidad de Arafo. Emigró a Cuba muy jóven, como tantos otros paisanos isleños de su época, buscando mejores condiciones de vida, que como a tantos canarios les era negada en su propio país, consecuencia del colonialismo y su sistema caciquil imperante. En la perla del Caribe entra en contacto con revolucionarios cubanos y canarios unidos por un mismo ideal en torno a la libertad de aquella isla antillana. Fue el padre indiscutible del nacionalismo canario (como en Cuba fue apostol de su independencia fue el descendiente de canarios por vía materna: José Martí Perez). Aquella frase que se le acuña, "...todo por y para la libertad de los pueblos y de los hombres", es de apliación en las Canarias del siglo XIX y principios del XX. Estamos pues ante la presencia de un insólito personaje que jugándose su bienestar y prosperidad, por sus ideales prefirió denunciar el mal que aquejaba a las islas y a los isleños, muy a sabiendas de lo que estaba arriezgando en semejante empresa. Conociendo el peligro de un enfrentamiento a la dura administración española, repetía frecuentemente " Qué importan los sacrificios si algún día llega a alumbrar nuestra Patria el Sol de la libertad".Aquel grito que lanzaba Secundino era apremiante y necesario, y que podía haber hallado eco en la decada de los años 30, si otras circunstancias políticas tranformadas en guerra civil no hubieran truncando aquel buen deseo ya suficientemente arraigado entre los canarios. Desde los inicios del siglo XX, canarios residentes en América que captaban la opresión caciquil del sistema social imperante en estas Islas, pensaban la viabilidad de un Estado canario independiente de España, al igual que los, por aquellos momentos, emancipados de Cuba, Puerto Rico o Filipinas. En 1924 se constituyó en La Habana el Partido Nacionalista Canario, que no tuvo gran aceptación, por falta de verdadero conocimiento, en las propias Islas Canarias ni en su política partidista de ámbito español, si bien constituyó un referente histórico que ha encauzado ideales nacionalistas. En Cuba colabora con los "rebeldes" independentistas en la guerra contra el ejército español de ocupación, y donde pronto será un "elemento peligroso", para los servicios de información del ejército colonial. Acusado de coparticipar en un atentado con explosivos en el edificio del Palacio del Gobierno en La Habana, ha de salir de Cuba y regresar a Tenerife, su isla natal, a principios de mayo de 1896; pero como quiera que el Capitán General era el sanguinario Valeriano Weyler, militar vinculado a la Cuba colonial, y recien nombrado para el mando en la Isla de Tenerife, conocedor de su paradero le denuncia por telegrama a las autoridades militares de Canarias, que le perseguirán insistentemente. Secundino tendrá que huir de su país -esta vez por motivaciones políticas-, transcurridos unos nueve meses de su llegada de Cuba, con la ayuda de portuarios que le esconden en un barco con dirección a Venezuela. En Caracas, a los pocos meses y en unión de otro gran patriota palmero, José Esteban Guerra Zerpa (fundandor del periódico DIARIO DE AVISOS de Santa Cruz de la Palma), editan la revista quincenal, independiente y noticiosa de las Islas Canarias, EL GUANCHE, de la que sólo se publicaron cinco números por la presión que el embajador de España en Caracas ejerció sobre el presidente venezolano, general Crespo, para que dispusiese el cierre inmediato de la misma y prohibiese toda clase de organizaciones canarias de tipo nacionalista en aquel país.

Con estas medidas se da al traste, tanto con la revista, como con el incipiente "Club patriótico para la propagación de los ideales que defiende El Guanche", que no eran otros que concienciar a los canarios residentes en Venezuela, en el camino de las aspiraciones que tenían proyectadas para la Patria isleña. Tan "peligroso" llegó a ser Secundino Delgado que para erradicar totalmente cualquier brote de esta índole que afectase a los intereses españoles, llegó a ser expulsado de aquella República hermana por órden expresa del mismo presidente y dictador General Crespo. Después de una breve estancia en Curazao, donde al parecer coninuó publicando su revista EL GUANCHE, aspecto sin confirmar, pasa a Nueva York. Secundino reside en Nueva York donde su espíritu patriótico y de regeneración social y político por la que lucha, hace que esté en constante demanda de todo lo que entiende que perjudica a Canarias y a sus hijos. De ahí que su incansable pluma no cesa en denunciar las tropelías que en el solar patrio se cometen. Finalizada la guerra de Cuba con su independencia, lo encontramos nuevamente en Santa Cruz de Tenerife, alternando su residencia en su querido pueblo de Arafo. Seguirá colaborando en medios escritos, e impulsará el semanario VACAGUARE de ideología autonomista, que se publica en Aguere, hasta 1902 en que la autoridad española dispone su cierre, y aunque aparece como director el jóven Manuel Déniz Carballo, todo apunta a que el verdadero promotor era Secundino. En el periódico VACAGUARE, puntualiza lo siguiente: "...que nuestro periódico, aunque vea la luz propia en Tenerife, no es un periódico tinerfeño, sino un periódico CANARIO; que todos los desmanes, todos los errores, todas las injusticias que en nuestras islas se realicen, sea de donde sea, en ciudad, villa, pueblo, villorio o caserío, todo lo hremos público, din temores de ninguna especie; que anhelamos el bienestar que por derecho y ley natural corresponde disfrutar los hijos de estos siete hermosos peñones, y que tras ellos marchemos, puesta nuestra confianza en la razón que nos asiste, y en la indudable creencia que tenemos de que no habrá un solo canario honrado que no secunde la misión que nos hemos impuesto...y finalmente arengaba con su sempiterna frase: Pueblo de las Islas Canarias... ¡Viva nuestra autonomía!" Más tarde aquel inicial firme independentista canario, desde Florida y Cuba, tornó su ímpetu en los últimos años de su vida para convertirse en autonomista, sin duda condicionado por la imposibilidad de defender publicamente el independentismo en Canarias tras la pérdida de las últimas colonias americanas por parte de España, y el analfabetimos y control caciquil reinante. Este ilustre tinefeño, amante de su tierra como nadie, nacionalista de pro, tenía claro que había que acabar de una vez con las rencillas y discordias que gentes sin amor por Canarias fomentaban en las Islas para provecho de sus intereses personales y de dominio. En este ideal nos dejó escrito: "...despreciad con valor la prensa venal y asalariada que fomenta la discordia entre las Islas, nuestra Patria, con el fin de dividir al pueblo para que el lobo debore con paciencia y gusto su víctima...La emancipación y el mejoramiento de esta Patria, no lo esperemos de esos sabios de librea que asisten a las Cortes para hacer la venia al amor....¡¡ Ah !!, el día que se nos caiga la venda, estas siete joyas volverán a ser como el nombre que llevaban..." A pesar de ella sus proclamas autonomistas fueron determinantes en su detención el 2 de marzo de 1902 por órden del General Weyler, que dispuso su prisión en la cárcel modelo de Madrid.
Lo que aquel general, nombrado como Marqués de Tenerife, no pudo llevar a cabo desde La Habana a pesar del intento en 1896, si lo logró desde su puesto de mando en Madrid, como ministro de la Guerra. Lamentables fueron los últimos años de su vida. Aquella órden se cumplió y Secundino fue detenido por la Guardia Civil, cuando se hallaba en su casa de descanso de Arafo. Conducido a pie hasta la prisión de Santa Cruz de Tenerife, para seguidamente ser trasladado a la Modelo de Madrid. Se llevaron a cabo gestiones para su liberación especialmente por el consulado de los Estados Unidos, que representaba los intereses de Cuba en España dada su nacionalidad cubana. No obstante fue internado en la Cárcel Modelo de la capital de España, donde permaneció casi un año sin recibir el auto de procesamiento, motivo de la detención, ni ser sometido a juicio. Con la intermediación de su paisano canario, Nicolás Estévanez, se logró su libertad. Durante su estancia en prisión adquirió o agravó la enfermedad pulmonar que padecía y que causó más tarde su muerte, 4 de mayo de 1912, en la casa donde habitaba en la Calle Progreso de Santa Cruz de Tenerife. El asunto había trascendido a la prensa madrileña y a toda la de España y al propio Congreso, donde ningún diputado supo dar razones de aquella injusticia.

[Casa de Secundino Delgado de Arafo, hoy sin ningún tipo de reconcimiento ni señalización, a pesar de haber sido residencia de uno de los personajes más importantes de la historia de Canarias]


Por estas fechas publica cuatro cuentos que titula: Alegrías y Penas, Clary, Mi Peral y El mejor de los mundos. En 1903 publicará Un golfillo canario. En 1904, hallándose en la ciudad de Yucatán, publicará su autobiografía bajo el pseudónimo de Antonio Rodríguez López, con el título VACAGUARÉ (Vía Crucis), vocablo amazigh que significa "quiero morir", célebre por ser el grito que no dejaba de gritar el líder indígena Tanausú cuando prefirió morir en una huelga de hambre, antes de ser esclavo. Sus últimos años no son muy conocidos, sabemos que pasó varios años por Suramerica y que volvió a su Patria para morir en 1912 por la grave enfermedad pulmonar que se le agravó en la cárcel. Secundino falleció antes de cumplir los 45 años de edad, tras una vida de lucha y entrega por Canarias.

El periódico LA PRENSA de Tenerife, publicó en su número de fecha 28 de junio de 1936, una magnífica de apología de carácter editorialista sobre Secundino y su ideal para estas islas, cuyo artículo, que aparece sin firma pero reflejando una justa semblanza de nuestro patricio, dice: " Secundido Delgado representó en Tenerife, durante toda una época, el patriotismo más fervoroso y exaltado. No había cuestión de interés para el país que él no recogiera, entregándose de lleno a su defensa o repulsa según la índole que presentaba, sin medir en la lucha la calidad e importancia del enemigo, ni el alcance de las propias fuerzas. Todo por Canarias, todo por Tenerife, pudo ser el lema de su blasón, de vivir las épocas heróicas de la caballería. Pero vivió Delgado en otros tiempos mucho menos hidalgos, en los que su esforzado temple, aún por los que más le admiraban y querían, se tachaba de "quijotismo" y sufrió incomprensiones sin cuento y solo, enteramento solo, hubo de soportar, al cao, las consecuencias de una ruda persecución. Con su generoso afán con su soberbio fervor patriótico, llegó a América, al expatriarse, Secundino Delgado, y luchó sin descanso hasta hasta la muerte. Como su permanencia en Canarias, al llegar a Caracas, primer punto de su residencia en tierras de América, participó en asambleas, mítines y reuniones de la colonia isleña; preogonó el entusiasmo de sus ideales y fundó como portavoz de sus empeños, una revista quincenal "El Guanche", en colaboración con otro canario, José Guerra, desde la que dio el grito de independencia que habría de ser cifra de los fervores y afanes de toda su vida. Violentas, rudas, implacables, fueron sus campañas desde las columnas de "El Guanche", logrando en poco tiempo formar una importante legión de adeptos a su idea; pero, cediendo a presiones del Ministro de España en Caracas, el presidente de Venezuela, general Crespo, hubo de decretar su expulsión del teritorio y Delgado hubo de marchar a Curazao, donde prosiguió su cruzada generosa, con el mismo entusiasmo y el mismo ciego afán. Más tarde hubo de regresar a Tenerife, y ya aquí, en el rescoldo de la hoguera, se ocupó de avivar llamas dormidas, publicando en unión de Cabrera Díaz, Tomás Morales y Díaz Carballo, su famoso "¡Vacaguaré!". Grito de rebeldía y liberación guanche, que hizo suyo, como lema del empeño formidable a que dedicara todos los anhelos de su vida. No logró la libertad del terruño adorado y, en cambio, perdió la suya. Por orden del general Weyler, a la sazón ministro de la Guerra, Secundino Delgdo fue detenido y encerrado en la Cárcel Modelo de Madrid. Poco después murió y lo curioso es que su nombre, casi olvidado en Tenerife, al que todo lo sacrificó, incluso su vida generosa, se recuerda con cariño y admiración en América, y de modo especial en Venezuela, donde realizó su más intensa y vibrante campaña, y en Cuba, donde todavía viven algunos colaboradores de su formidable pero incomprendido empeño."


"Es verdad que todo conspira contra nosotros, desde la influencia de la nación que guarda las llaves de nuestros grillos, hasta la obcecación de hermanos nuestros, ya envilecidos por la sumisión y las cadenas; mas, cuanto mayores sean los obstáculos, más grande ha de ser la abnegación por dominarlos. ¿Qué importan los sacrificios si algún día llega a alumbrar nuestra Patria el Sol de la Libertad?"
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